La luna de la montaña
ilumina también
al ladrón de flores.
A veces crecen flores en el cemento. Esos son los milagros que prefiero. Y mientras en un hemisferio aterriza el otoño, en el otro llega la primavera, y eso siempre me sorprende. Nada nuevo, todo nuevo: lo cíclico, las temporadas, los cambios, los colores. Todo llega, permanece, se va, vuelve, en todos lados y a la vez.
Pero esta carta la dedico no solo a quienes transitan la estación florida en estos meses, sino a quienes alguna vez vieron una flor y supieron apreciarla, a quienes, alguna vez, una flor les hizo la vida más amable. La dedico y la siembro, con la esperanza de que florezca en muchas tierras.
Pensé en esta entrega cuando me di cuenta de que mi casa espera que sea septiembre para que florezca la glicina y el jazmín chino: su perfume parece curar todas las heridas. ¿Qué tan difícil será lograr que estas palabras sean viento y lleven ese aroma a tu hogar? Probemos.
La primera brisa nos acerca una verdadera maravilla: Los haikus de Primavera de Matsuo Basho, un poeta japonés del 1600, autor del haiku que encabeza esta entrega. Los comparto:
Primavera – Matsuo Bashō
Ved, bajo la lluvia de primavera,
la entrevista de ese abrigo
y ese paraguas.
*
El escenario de la primavera
¡Está casi preparado:
La luna y las flores del ciruelo.
*
Se oscurece el mar:
gritos de gaviotas,
apenas blancos.
*
Sí, la primavera ha llegado;
Esta mañana una colina sin nombre
Envuelta por la niebla
*
De qué árbol florido
No lo sé,
Pero ¡ah, qué fragancia
*
Durante todo el día,
Aunque no tan largo para la alondra,
Cantando, cantando.
*
Un viejo estanque;
Se zambulle una rana,
El sonido del agua.
*
El hombre que diga,
"Mis hijos son una carga",
No habrá flores para él.
*
¡Despierta, despierta,
Mariposa dormida,
Y seamos compañeros!
*
Con cada ráfaga de viento,
La mariposa cambia de lugar
En el sauce.
*
La camelia del árbol
Cayó,
Vertiendo su agua.
*
La campana del templo cesa.
La fragancia de las flores en la noche.
Aún tañe la campana.
*
¿No es como el nido de un ratón,
Este ser incapaz de dormir
Por las flores?
*
Un verde sauce
Goteando en el lodo,
En la marea baja.
*
Pronto se va la primavera,
lloran los pájaros y hay lágrimas
en los ojos de los peces.
*
En medio del llano
Canta la alondra,
Libre de todo.
(traducción tomada de Trianarts)
La primavera y sus flores pasean alternativamente por distintas regiones del mundo, no se detienen nunca: mientras descansan se están preparando para volver a partir. ¿Qué otras cosas germinan y crecen en silencio mientras no las vemos?
Y si hablamos de preguntas y poesía (la combinación perfecta), elijo compartir otro poema:
Soy la flor
Soy la flor que apacienta al sigiloso y oculto gusano.
No me somete el rigor del estío, como a las otras,
ni de mi cara mustia, de uno en uno, han de caer los pétalos.
Aunque los buenos hados y los malos me tiendan su celada,
como si fueran mariposas en torno, lo que siento es un vaivén.
Soy la flor que apacienta al sigiloso y oculto gusano.
El mal nativo anida en medio de mi alma.
Y soy la vida, y soy el caos, y nada espero de la suerte bufa.
Alzo mi cuerpo esbelto y bello y no habrá quien pueda emularme.
Mas cuando enseñe a las estrellas mis heridas, ya estaré muerta.
Maria Polydouri, una poetisa neorromántica griega, está detrás de estas palabras que, definitivamente, no podía dejar afuera de esta entrega. ¿La conocías?
Me gustaría recomendarte un artículo sobre las rosas que se llama “Flor pagana” y que empieza así:
“Desciende, Venus bella, y en las doradas copas, con el suave néctar, mezcla purpúreas rosas, y mis dulces amigos que tu deidad adoran, con divinal bebida inspira y alboroza” escribía Safo hace más de 2600 años. La poetisa griega adoradora de la diosa del amor amaba las rosas. Cleopatra, que ofrecía a sus huéspedes baños con pétalos de rosas, recibió por primera vez a Antonio caminando sobre una alfombra de pétalos de rosas rojas que medía treinta centímetros” Clickeá aquí para seguir leyendo.
Dejo otras recomendaciones literarias:
- La flor amarilla de Julio Cortázar – (Link a lectura en voz alta)
- La retama de Giacomo Leopardi
- El nombre de la rosa de Umberto Eco
- A una rosa – Sor Juana Inés de la Cruz
A propósito de mujeres, es momento de nombrar a una que, desde que pensé en esta entrega, me entusiasma mucho presentarte: ¿escuchaste hablar de Eva Mameli Calvino? Tal vez te suene el apellido pues sí, es la madre de Italo: pero dicho eso, hay algo muy importante que nos convoca. Fue la primera docente universitaria de botánica y la primera directora de un jardín botánico en Italia. Antes de casarse, Eva ya se dedicaba a la ciencia y a la investigación y, acompañada de su marido, volvió de Cuba en 1925 a Sanremo para abrir la Estación experimental de Floricultura donde se probaban injertos de flores y plantas, y fundaron la Sociedad Italiana de Amigos de las Flores. Su trabajo como botánica, además de destacarse por la importancia que dio a las flores, se refleja en numerosos artículos y, además, en su participación en la Enciclopedia Italiana, la enciclopedia de Agricultura y un diccionario etimológico de nombres genéricos y específicos de flores y plantas.
¿Sabías que hay flores comestibles? Varias de ellas son bastante cotidianas y fáciles de conseguir, incluso tal vez las tengas en tu casa. ¿Quién no tomó alguna vez un té de manzanilla, por ejemplo? Yo, de hecho, estoy tomando uno en este momento. ¿Sabías que se pueden hacer budines con esta infusión?
Otra cosa que se puede comer son las llamadas “Taco de reina”. Este es el nombre tan sugestivo de las flores que ves en la foto aquí abajo: se pueden incluir en ensaladas por ejemplo y, por su color tan hermoso, te sugiero que las consideres para decorar platos y tortas (así después el adorno también se come 😉)
Me vienen a la mente las amapolas, cuyas semillas forman parte de la receta del budín de limón que encontrás en este link y otras de mis flores favoritas en preparaciones: las flores de zapallo. Claro, cuando compramos uno no tienen ninguna flor, pero te puedo asegurar que son una delicia: se hacen fritas o se preparan como una tortilla. Son realmente deliciosas y siempre pienso que me da mucha pena que no se consuman, así que si conocés a alguien que tenga la planta en su casa o si vos la tenés y creías que no se comían, pedilas o no las tires, que vas a ver que son un viaje de ida. Te dejo una foto para que veas que no solo son ricas sino también bonitas:
Pero la receta que te voy a pasar ahora es para hacer en estos días, cuando todavía se encuentran sus protagonistas, los verdaderos héroes: los alcauciles.
Es una receta de mi madre que en casa se llama “Lila” por el nombre de su creadora. (Es para dos personas)
Ingredientes:
½ kilo de habas frescas
2 alcauciles
Una cebolla
Medio morrón rojo
100 gramos de panceta ahumada o reemplazar por pimentón ahumado
Sal y pimienta
Primero sacar las habas de la vaina. Luego hervirlas y una vez cocidas quitar la piel de cada semilla y reservar. Por otro lado, hervir los alcauciles enteros hasta que estén tiernos. Picar la cebolla y el morrón, rehogar, condimentar, agregar los pedacitos de panceta o el pimentón ahumado y una vez cocido esto, agregar media taza de agua e incorporar las habas y los alcauciles y dejar cocinar por veinte o treinta minutos. Acompañar con puré de papas y prearar una vinagreta para las hojas de los alcauciles con aceite, sal y limón o vinagre
Mientras esperamos que se haga la comida, vayamos eligiendo una película o algo para ver y, esta vez, según el ánimo que tengas, te recomiendo dos cosas:
1) Para cuando tengas ganas de ver algo más serio y con mucha atención: Los girasoles (I girasoli) una película de Vittorio De Sica protagonizada por Sophia Loren y Marcello Mastroianni en 1970 y ubicada en los años de la Segunda Guerra Mundial.
2) Para cuando quieras relajarte y divertirte: La casa de las flores, una serie de comedia que podés ver en Netflix y que es realmente muy delirante.
Ahora bien, si pasás horas delante de una pantalla y lo que querés hacer es salir un poco de eso, se me ocurre que podés hacer un ejercicio de contemplación de las flores, lo que en japonés se llama “Hanami” (花見“ver flores”*) y se asocia, sobre todo, a la observación de las flores de los cerezos. No importa si no tenés estas flores cerca, pero ¿qué tal si hacemos un ejercicio de observación? ¿Que es de noche y no podés salir a observar, decís? Bueno, te ayudo y te muestro algunas imágenes así vas practicando para cuando salga el sol:
(*gracias, Victoria, por esta contribución lingüística)
Marianne North – Inglaterra - Monte Fujiyama enmarcado por glicinas
Matilda Browne – Estados Unidos - En el jardín de Voorhees
Elegí estas imágenes de tres pintoras mujeres que no son tan conocidas, aunque seguramente tengas otras en mente como los girasoles de Van Gogh. Si se te ocurre alguna, ¿me la compartís?
Seguimos observando en otras latitudes la presencia de las flores y llegamos a la ciudad de Buenos Aires, más precisamente al barrio de Balvanera, para visitar La casa de los lirios. Además de contener la sede central de mi querida Cultural Italiana, se trata de un edificio de estilo Art Noveau que se encuentra sobre la Avenida Rivadavia al 2000, y fue construido a principios de 1900. Si te estás preguntando qué tiene que ver esto con el tema de este mail, solamente con observar la fachada vas a poder responderte: su ornamentación incluye flores y tallos de lirios, tanto en yeso como en los balcones y la puerta de ingreso, cuyos hierros también imitan las formas de la naturaleza. Acá dejo un video para que la conozcas mejor.
(foto de @andrea_anfo)
De Buenos Aires nos vamos a Trevelin, en la provincia de Chubut, Argentina, donde se encuentra los campos de tulipanes y peonías, postales maravillosas llenas de colores:
(foto tomada de https://trevelin.tur.ar/experiencias/campo-de-tulipanes/)
De aquí nos vamos a otro lugar ya mencionado anteriormente: San Remo (en italiano Sanremo), una ciudad que, además de ser conocida por el famoso festival de la canción que se celebra cada febrero desde hace setenta y dos años, es también llamada “La ciudad de las flores” por los enormes cultivos de flores que hay en la zona. Además, en esta ciudad se celebra “Sanremo in fiore” festival donde se lleva a cabo el “corso Fiorito” un desfile de carrozas florales.
Mientras ideaba esta entrega pensaba en otro viaje en el tiempo hacia mi infancia: recordé el día que me hicieron investigar en la escuela primaria cuál era la flor nacional argentina: el ceibo. La recuerdo no tanto por la flor sino por lo difícil que fue encontrar información sin internet: los libros de casa (y eso que eran muchos) casi no la nombraban y encontrar algún dato confiable e interesante fue todo un desafío. Lo bueno: no la olvidé nunca. ¿La conocés? Acá te dejo una foto tomada de esta página donde, además de otras imágenes, podés encontrar, con mucha más facilidad que yo en la primaria, la descripción de la flor y el origen de la leyenda, entre otras cosas.
Al recordar esto, pensé en que nunca me puse a mirar la flor nacional de distintos países pero por suerte existe Wikipedia que sí pensó en estas cosas antes que yo y me responde la pregunta (y a vos también, porque seguro te dio curiosidad) así que acá va la lista de algunos países con sus respectivas flores (desconozco si hay errores, todo es susceptible de ser chequeado, claro).
Por último, recordé algo que siempre me llamó la atención de Italia y es el hecho de que la flor que se regala tradicionalmente el 8 de marzo (otro tema será el de las objeciones que se hagan a esta costumbre) es la mimosa. ¿La viste alguna vez? Es esta:
Desde la Unión de Mujeres Italianas en 1946, algunas de sus integrantes eligieron esta flor ya que es fácil de encontrar en el mes de marzo en cualquier campo italiano, lo que significa que es accesible para cualquiera que quiera tomarla.
Es fácil encontrar flores bellas, aunque realmente bellas son cuando nos gustan. Y esto tal vez depende del color, del perfume, del significado, de su origen, de quién nos las regale, de cuándo nos las hayamos regalado. Me gustan las flores que vienen en macetas, me gusta que podamos otorgarles un poco más de vida de la que pueden llegar a tener en un florero. Y se ve que soy un poco cronopia porque cuando volví a leer este texto breve de Cortázar me sentí muy identificada:
Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz.
La flor piensa: Es como una flor.
Pensaba entonces qué es lo que nos atrae de una flor, qué es lo que nos seduce de sus colores, de sus texturas, de sus mundos posibles. Trataba de responderme esta pregunta cuando recordé algo maravilloso: la historia real de un niño que inventó una palabra que finalmente fue aceptada institucionalmente en la lengua italiana. Como resultado de una tarea sobre adjetivos, Matteo utilizó la palabra “petaloso” para describir una flor. La maestra, al ver esto, envió una carta a la Accademia della Crusca pidiendo una opinión, y ésta respondió que se trataba de un término “bello y claro”.
Tal vez lo que me gusta de una flor es que sea petalosa, y tal vez es su delicadeza, su cualidad de efímera, su resiliencia, su capacidad de hablar del tiempo y de los ciclos, de la belleza, de la naturaleza, del amor y del cuidado: todo a la vez y con sus pétalos.
Tal vez me gusta que me hable de la espera, de la paciencia, de los significados, de los mensajes que esconden, de lo que dicen sin decir quienes regalan flores.
Tal vez me gusta pensar en ese milagro de nacer en el cemento.
Pero lo que seguramente me gusta de las flores es que se necesita abrir todos los sentidos para apreciarlas, para contemplarlas, y los sentidos abiertos me traen al presente. Y cuando todo parece correr, sentir el presente con los sentidos es el verdadero milagro.
Espero que esta carta sea una invitación a practicar la contemplación de las flores, hanami, y a habitar el presente.
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